Una madre tomaba el sol en la playa con su hija de cinco años. La mamá, con la piel ya como un besugo, absorta leía su novela mensual de Corín Tellado. Estaba en lo más interesante, cuando Alfredo le hace la pirula a su novia Celinda, yéndose en plan ligón con una morena despampanante. Estaba en lo más interesante en ese punto la novela.

María, la niña, aburrida al lado de su sensible madre que no le dejaba ni respirar, le pregunta: ¿Mami, puedo jugar con el cubo en la arena? ¡No, que te puede entrar tierra en los ojos!. A los cinco minutos le pregunta ¿Mami, puedo ir a jugar con esos niños?.
¡No, que pueden hacerte daño!. Después, ¿Mami, puedo ir a la orilla a coger agua con el cubo?. ¡No, que te vas a mojar y ensuciarás la toalla!. Mami, quiero un helado. ¡No que te dolerá la garganta!.
A continuación la niña comienza a llorar desconsoladamente sin entender nada.

Acto seguido, la madre cabreadísima con la niña, se dirige a la señora de al lado y le dice: ¿ Se da cuenta señora que hija tan neurótica tengo?.

Y seguimos con la educación de los hijos. Parece ser que los problemas neuróticos sólo son de los demás. Hace bastante tiempo, unos padres denunciaron a una maestra que impartía música, porque a su niña, le había enseñado el himno de Andalucía.
Seguimos igual, algunos papás siguen sin enterarse. Hace cuestión de un mes, una madre denuncia en el juzgado, a una profesora de un colegio por injurias totalmente indemostrables, todo por el siguiente motivo: unos compañeros de clase le pegaban al niño (según la mamá) a la salida del colegio.
La profesora reconvino a los alumnos que le pegaban al niño, y articuló medidas para impedirlo, pero a pesar de ello, los niños seguían pegándole al chaval en la calle (también según la madre).
Esta fue la culpa de la profesora, no poder evitar que en la calle, a la salida del colegio, le siguieran pegando al niño. La madre debería haber estado allí esperando para evitarlo.
Conozco a esta profesora y es modélica como persona. Además, en la calle, el ámbito competencial de un profesor es más que limitado.
La docente, se ha visto vergonzosamente en un juzgado por ello, en el que el juez ha dictaminado a su favor: ningún cargo contra ella. ¡ Claro era de justicia!.
Pero el mal trago de verse esta profesora ante un juez, no se lo quita nadie.

¿Quién resarce a esta docente de las malas noches, sin dormir, por el estrés de verse metida en una injusta situación por culpa de una mami demasiado mami?.
El derecho al honor de una persona siempre ha de prevalecer frente a cualquier indemostrable acusación.
¿Es que hoy los niños son de leche y miel y antes éramos de hoja de lata?.

Se nota que este tipo de padres no ha vivido la educación antes de la democracia.

Un director, también de un instituto de Andalucía, fue amenazado de denuncia al juzgado, por sancionar (tras estudiarse en la comisión de convivencia del Centro), con varios días de expulsión a una alumna, junto a otros siete por fumar en la clase.
El papá, llega vestido con uniforme de fuerza del orden público (debería de haber tenido la ética y el acierto, de quitárselo para ir a hablar con este director), intimidándole con una denuncia que haría efectiva al día siguiente, argumentando persecución contra su hija. Total una locura.

¿Pero qué fuerza tienen estos malos aprendices de padres, ante las autoridades, para que se les escuche?.
Estos casos son competencia de la Administración Educativa, no de un juzgado.
Recuerdo que cuando tenía 10 años, un maestro, me mandaba habitualmente a un recado y me daba un cogotazo antes de ir, para que no se me olvidara lo que me había encargado.
Hoy posiblemente, al autor de ese cogotazo le costaría una sanción administrativa, tal como están las cosas.
Algunos malos estudiantes de “padres”, deberían hacer cursos intensivos para mejorar su paternidad, pero a lo peor esos cursos, los seguirían suspendiendo.
Al profesorado en general, la Administración, les ha quitado la autoridad frente a los cuatro gamberros que piensan que ancha es Castilla, escuchando más a los “papás y mamás” que a los docentes.