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A veces nos acercamos a la Biblia por diferentes intereses, religiosos, históricos, sociológicos o por mera curiosidad humana, sin conocer ciertas cuestiones referentes a ese conjunto de libros; para esclarecer algunos conceptos relacionados con la Biblia, se ha elaborado el presente artículo divulgativo.

La palabra Biblia viene del latín tardío biblĭa, y ésta a su vez del griego [τὰ] βιβλία [tà] biblía; que literalmente significa ‘[los] libros’ . En nuestro idioma tiene dos acepciones:

1. Femenino: Conjunto de Escrituras Sagradas formado por el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, de las cuales al Antiguo Testamento es común a judíos y cristianos, y el Nuevo Testamento es aceptado solo por los cristianos.

2. Femenino: Obra que reúne los conocimientos o ideas relativos a una materia y que es considerada por sus seguidores modelo ideal.(1)

La Biblia toma su nombre de la población denominada por los griegos Byblos, llamado también Gibello, Gibelletto o Jebail, ciudad ubicada en el Líbano, en la costa del norte del país, a 30 km de Beirut aproximadamente. Situada en una colina, fue una antigua ciudad cananea y fenicia, denominada Gubla en los textos cuneiformes y Gebal en la Biblia. Se cree que fue fundada alrededor del año 5000 a EC. Esta población fue famosa por su producción y exportación de papiro y muy probablemente se asoció este hecho a su nombre, pues bublos significa papiro en griego.

La Biblia no es un único libro compacto, ni siquiera es un conjunto de libros coherentes entre sí; se trata de una antología de diversos libros de la Antigüedad escritos por diferentes autores, incluso algunos de aquéllos fueron compuestos por varios autores. El contenido de los libros también es diverso, hay poesía, epístolas, pseudobiografías, filosofía, apocalíptica, etc.; pero, ante todo, se trata de libros fundacionales de dos religiones tan importantes como el judaísmo y el cristianismo. La mayoría de los fieles de ambas religiones siempre han creído que los libros que componen la Biblia fueron inspirados por “Dios”

Los estudiosos con formación científica, con independencia de credo o ideología, a la hora de acercarse a los libros que componen la Biblia, obvian este detalle y la consideran objeto de estudio como cualquier otro libro de la Antigüedad.

Aún así, todos los libros bíblicos, poseen un elemento común y no es otro que la creencia en una deidad superior todopoderosa que ha creado el Universo y a todos los seres que lo componen, influyendo en el destino de ellos y con la cualidad de no estar sometido a las leyes de la Naturaleza. (2)

Judaísmo y cristianismo, aunque comparten libros bíblicos, no lo hacen en su totalidad, ni siquiera dentro del grupo de los cristianos se comparten todos los libros, tienen pues cánones diferentes. La Biblia judía se recopiló y autorizó en el siglos II EC. en un conjunto de libros que denominaron “Tanaj” o conjunto de veinticuatro libros sagrados canónicos que se dividen en tres grandes partes: la Torá (Ley) que se estableció alrededor del siglo III a EC., los Nevil´in (Profetas) y los Ketuvim (Escritos). Los textos están escritos mayoritariamente en hebreo antiguo, aunque también hay pasajes en arameo antiguo en algunos libros, como el de Daniel o el de Esdras. El texto hebreo tradicional es conocido como texto masorético.

Los libros que componen La Torá también se denominan en su conjunto Pentateuco y lo componen Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Los Nevil´in son ocho libros y los Ketuvim once.

La Biblia cristiana comprende el Antiguo y el Nuevo Testamento. Para el Antiguo Testamento, los primeros cristianos incorporaron la Biblia hebrea en la versión griega de la Septuaginta del siglo III a. EC. Las biblias protestantes posteriores siguen el canon hebreo, por lo que excluyen los libros griegos denominados deutero-canónicos. El Nuevo Testamento incluye cuatro de los muchos evangelios elaborados por las primeras comunidades cristianas. El canon cristiano se configuró a lo largo de los siglos III y IV de la Era Común, donde se cerró en la forma actual. Los textos cristianos circularon, además de en griego, en siríaco (un dialecto del arameo), copto, armenio y gueez (lengua etiope). A finales del siglo IV, San Jerónimo completó su traducción de la Biblia cristiana al latín y en la Edad Media aparecen las primeras traducciones a lenguas eslavas. También, a raíz de la reforma protestante empezaron a proliferar las traducciones en lenguas vernáculas europeas. También hay que señalar diferencias entre el canon latino y el canon griego u ortodoxo, por ejemplo en el Antiguo Testamento el libro Macabeos 3 forma parte solo del canon griego, no así del latino. (3)

La Biblia Católica se compone de los siguientes libros: ANTIGUO TESTAMENTO: Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio). Historia (Josué, Jueces, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes, 1 Crónicas, 2 Crónicas, Esdras, Nehemías, 1 Macabeos, 2 Macabeos). Narraciones (Ruth, Tobías, Judit, Ester). Profetas (Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Joel, Amós, Abdías Jonás, Miqueas, Nahún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías, Daniel, Baruc, Carta De Jeremías). Poesía (Salmos, Cantar De Los Cantares, Lamentaciones). Sapienciales (Proverbios, Job, Eclesiastés/Qohelet, Eclesiástico/Ben Sirá, Sabiduría). (4) EL NUEVO TESTAMENTO lo componen Cartas auténticas de Pablo (1 Tesalonicenses, Gálatas, 1 Y 2 Corintios, Filipenses, Filemón Y Romanos). Evangelios Canónicos (Marcos, Mateo, Lucas Y Juan). El Libro de los Hechos de Apóstoles. Cartas pseudoepígrafas de Pablo (Colosenses, Efesios, 2 Tesalonicenses, Hebreos). Cartas Atribuidas A Juan (1, 2 Y 3 Juan). Cartas Comunitarias (1 Y 2 Timoteo Y Tito). Cartas Universales (Santiago, 1 Y 2 De Judas A Pedro, Judas Y 1 Y 2 Pedro). Y el Libro de las Revelaciones o Apocalipsis. (5)

¿Pero, dónde empezó todo? A partir de la edad del hierro, surgen un par de pequeños reinos del área de la actual Palestina, no muy distintos de tantos otros que siguieron un desarrollo análogo y acabaron aniquilados por la conquista imperial primero asiría y luego babilónica, con la devastación, las deportaciones y los procesos de desculturalización que una y otra pudieran acarrear. Pero, a diferencia de otros tantos pequeños grupos conquistados, se produjo un hecho especial, preparado por el proyecto de un rey de Judá (Josías, siglo VI a. EC.) de dar vida a un reino unido de Judá-Israel en los decenios comprendidos entre el hundimiento de Asiría y la reafirmación de Babilonia, y de fundamentar ese intento en el plano religioso (monoteísmo yaveísta y ley mosaica) e historiográfico. El rápido regreso a la actual Palestina (entonces Israel) de los desterrados judíos que todavía no se habían asimilado al mundo imperial, su intento de dar vida a una ciudad templo (Jerusalén) según el modelo babilonio, de reunir en torno a ella una nación (Israel, ahora sí en sentido lato), supuso la puesta en marcha de una enorme y variada reelaboración de la historia anterior (que había sido completamente normal), que colocara en su sitio los arquetipos fundacionales que ahora se pretendía re vitalizar (el reino unido, el monoteísmo y el templo único, la Ley, la posesión del territorio, la guerra santa, etc.) bajo el signo de una predestinación (divina) absolutamente excepcional, dando origen a una compilación inicial de libros, germen de la Biblia. (6)

La Biblia no es un libro compacto, como ya hemos dicho, por lo que contiene infinidad de contradicciones. Los distintos libros se escribieron en épocas en las que el pensamiento y el método racional de análisis de los fenómenos no existía, si no una visión del mundo mítica y legendaria, en la que todo estaba relacionado con los dioses y con la religión. De igual manera, en ningún caso se trata de libros históricos, aunque puedan contener ciertos datos que sí lo sean. Habla de personajes que plausiblemente no existieron, como Abraham o Moisés, y de otros que sí como David o Pablo de Tarso, aunque habrá que entresacar lo que verdaderamente pudo ser histórico de ellos con ciertas técnicas y métodos que maneja la ciencia, como el historicismo crítico, la exégesis científica, la filología, etc.

Existe un grupo de métodos de estudio relacionados entre sí que se centran en el carácter histórico de la Biblia, denominado método histórico. Sus objetivos básicos se pueden resumir en identificar y reconstruir los acontecimientos históricos que subyacen al texto bíblico, como por ejemplo la Historia del Pueblo de Israel, la historia de la iglesia primitiva, etc., un interés por la historia del texto bíblico, es decir, identificar las diferentes capas del texto y rastrear cuáles se remontan al autor del texto y cuáles son adiciones posteriores, descifrar el significado histórico de los textos, es decir, el significado que los textos [bíblicos] tenían en su contexto histórico original; cómo los términos bíblicos fueron utilizados por los autores originales de los textos y como fueron entendidos por sus lectores (u oyentes) y buscar explicaciones naturales para los eventos no naturales descritos en la Biblia y atribuidos a la acción sobrenatural o divina en la época que ocurren. El estudio histórico-crítico independiente de la Biblia pretende ser escéptico de la historicidad ante los eventos descritos en la misma. (7)

El trabajo de estudio bíblico requiere un esfuerzo multidisciplinar, así, cuando nos acercamos a un texto para entresacar su sentido y significado como método para complementar al histórico crítico, recurrimos a la la filología o a la exégesis científica entre otras “ciencias” o técnicas.. El análisis contextual, que se ha desarrollado en los últimos años con ayuda de las ciencias sociales, es una importante contribución a la exégesis. Gracias a este tipo de análisis, los textos bíblicos pueden ser explicados de forma más respetuosa. La posibilidad de estudiar críticamente el contexto en que nacieron los textos bíblicos nos ha hecho conscientes de que al leer un texto tenemos que situarlo, consciente o inconscientemente, en un escenario social. El hecho de hacerlo conscientemente tiene la ventaja de que dicho escenario puede ser revisado y mejorado. Este tipo de análisis, sin embargo, no es excluyente, sino que complementa la tarea que realizan, desde otros puntos de vista, el análisis histórico-crítico y el análisis literario. Estos tres tipos de análisis son necesarios para explicar el sentido de los textos bíblicos, pues dichos textos no solo nacieron en una situación social concreta, sino que son el resultado de un proceso de composición y han sido formulados siguiendo pautas literarias. (8)

El estudio crítico de la Biblia exige, como se ha indicado, rigor metodológico, pluralidad de métodos y un análisis exegético del texto, evaluando el mundo en el texto, es decir, todo aquello que puede encontrarse en el texto, el mundo detrás del texto o lo que es igual, los procesos y situaciones que han jugado un papel en la producción del texto pero que están fuera de él y el mundo delante del texto, es decir, propuestas que el texto hace al lector y las respuestas que éste le ha dado a lo largo de la historia. (9)

Como conclusión diremos que el desarrollo de la Ciencia, Natural e Histórica, ha ido aportando nuevos elementos que permiten una aproximación a los relatos bíblicos desde la perspectiva de la razón científica. Antes del descubrimiento racional y científico, en ausencia de una concepción adecuada de la enormidad de los tiempos, cosmológico y geológico, sólo disponible a partir de los siglos XIX y XX, el relato bíblico era una explicación relativamente verosímil para una gran mayoría de la población en torno a problemas como la cosmología, la geología o la biodiversidad. Esta realidad y el enorme poder eclesial, explican el éxito del relato bíblico durante muchos siglos. Los textos bíblicos antiguos y neotestamentarios han sido sometidos a crítica histórico-científica encontrando múltiples contradicciones, mucha alimentadas por las tradiciones. Por otra parte, la historicidad de no pocos hechos clave como el Exodo, la conquista de Canaán, personajes como Moisés o José, o la propia originalidad del cristianismo tras los manuscritos del Mar Muerto que prueban la influencia esenia, es ampliamente cuestionada por historiadores y arqueólogos. Actualmente, desde el punto de vista de la razón científico-natural e histórica, el relato bíblico, con múltiples contradicciones en lo doctrinal por otra parte, explicables antropológicamente, es sólo comprensible como obra de un pueblo precientífico en sus coordenadas geohistóricas y temporales, de forma similar a las tradiciones míticas y legendarias de otros pueblos de la Antigüedad. Esta tesis elimina el profundo dilema que la crítica tanto de la razón lógica como de la científica, suponen a nivel doctrinal y científico para el texto bíblico. Hoy, la admisión de la veracidad de la mayor parte de los relatos bíblicos es comprensible como acto de fe, pero no desde la razón científica, razón desde la cual no puede seguir sosteniéndose la idea apologética de que la Biblia tenía razón. (10) Aún así, es digno reconocer que existen datos históricos, pocos eso sí, que podemos entresacar de los textos bíblicos, como se dijo, con una adecuada metodología.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

(1) https://dle.rae.es/

(2) Idea extraída de la tradición antigua y explicitada en la carta 2 Timoteo 2, 16-17: 16 Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra. (3) Julio Trebolle Barrera (1998-2013) La Biblia judía y la Biblia cristiana: Introducción a la historia de la Biblia. TROTTA. (4) Luis Alonso Schökel (2008) La Biblia de Nuestro Pueblo. Biblia Del Peregrino América Latina Ediciones Mensajero. (5) Antonio Piñero (2021) Los Libros del Nuevo Testamento. TROTTA. (6) Mario Liverani (2005) Más allá de la Biblia. Historia Antigua de Israel. CRÍTICA. (7) Paul Hamilton (2005) Historicism. Ed. Routledge. (8) Guijarro, Santiago (2017). La aportación del análisis contextual a la exégesis de los textos bíblicos. Revista Cuestiones Teológicas, 44 (102), 283-300. (9) Santiago Guijarro (2021) Metodología exegética del Nuevo testamento. Ediciones Sígueme. (10) Francisco J. Ayala (2004) Las ciencias de la tierra y la biblia. Una aproximación desde la razón científica. Investigaciones Geográficas (Esp), núm. 34, mayo-agosto, 2004, pp. 101-137.