Mucha, demasiada desidia, hay en la Hispania Ulterior y Citerior que llamaran los romanos y que hoy se ha convertido en la España de la indiferencia, del rechazo mutuo y del odio ideológico. Siempre de pelea.
Pido a diario a San Judas Tadeo, abogado de las causas perdidas, que las dolorosas dos “Españas”, se miren a los ojos y se tiendan la mano, ahora es el momento incuestionable, después será tarde. El Santo parece dormido.
Las ideologías extremas se han disparado polarizando nuestra sociedad, pero esto no es exclusivo de España; véase Francia por ejemplo.
Hay mucha gente que necesita, ansía, ver a quienes nos rigen, salir de esta ausencia de rectitud moral, que nos tiene sumidos en la desesperación y ya para algunos, en la falta de sueño por la necesidad que sufren a diario.
Aunque creo, que a pesar de nuestros gobernantes, es el pueblo quien tiene que librarse de la ponzoña de la “frialdad”.
Es la ciudadanía la que ha de tener la palabra. No se puede ser indiferente nunca. Nunca. Todos podemos contribuir en algo, sea lo que sea.
Porque en ocasiones como ésta, la indolencia en el pueblo, se convierte en silencio cobarde anta tanta injusticia.
Es como hace el avestruz, metiendo la cabeza bajo el ala ante la presencia de lo que siente como un peligro.
Se mira de soslayo y con la boca cerrada. La silente desvergüenza, provoca esa inacción.
Todos somos culpables, porque unos por notable indiferencia y otros por omisión consciente, estamos haciendo de este mundo una ciénaga, aunque en la barra de un bar, ponemos a caldo a nuestros representantes políticos, para después decir que tenemos soluciones para todo, que nuestros políticos son unos ineptos.
Cada vez nos parecemos más a Italia en cotas de corrupción, de mafia, de desesperanzado desahucio. Sobran ideologías. Faltan ideas e ideales. Porque las ideologías, la mayoría de las veces constriñen, violentan y prostituyen el derecho del ser humano a vivir dignamente.
La idea, generadora de esperanza, ha tornado en ideología, fagocitando, comiéndose al individuo.
Aquella idea, que pudo haberse convertido en un hermoso ideal, fue ejecutada, vilipendiada, por preponderancia de las ideologías políticas de la que ahora España es esclava.
Nos falta la libertad y la sabia entereza, de mirar mutuamente en lontananza (así lo hizo Alemania, cuando lo necesitaba como el respirar, tras la guerra mundial y la posterior caída del muro de la vergüenza).
Nosotros no somos menos para hacerlo, analizando nuestra historia, que no puede ser desmemoriada.
Es necesario superar diatribas, luchas intestinas, gratuitas, segregadoras.
Ahora necesitamos de todas las manos posibles para salir de la inmundicia en que nos han metido banqueros sin escrúpulos, especuladores, multinacionales… en fin, terroristas económicos, de guante blanco, que como en el caso anterior, mutan también, generando nuevas necesidades en el mercado, esto es, en nosotros, pobres imbéciles que nos creemos sabios. Porque el mercado, regula nuestras vidas, hiriéndolas mortalmente.
Nos hace falta una ética periodística, que no esté hipotecada políticamente, para decir alto y claro lo que nos está pasando.
Que no vuelva a proyectarse sobre el suelo, la sombra de la indiferencia, por su rastrero vuelo. Sobran actores y mentirosos. Falta gente comprometida socialmente.
Tanto la derecha como la izquierda, han de hacerse creíbles para la ciudadanía, sin falsos golpes de efecto, sacrificándose para el pueblo. Atónito me quedo cuando en este país, después de lo que nos ha pasado, el poder político otorga carta hegemónica al “dios” mercado, como regulador de la vida ciudadana. Esto es lo que hace económica y geoestratégicamente el famoso Club Bilderberg, en el que se diseña el presente y futuro de nuestro mundo.
Sólo nos falta que el capitalismo, nos regule la ética y la integridad moral a cada uno de nosotros, la cantidad de aire que nos está permitida respirar, qué podemos leer y qué no…
Este mundo nuestro lo hemos convertido en un mosaico, un caleidoscopio de indiferencia hacia el hermano que sufre en lo físico, en lo moral y en lo espiritual.
Parece que ser católico y de derechas, es lo que Dios quiere.
Y ser no creyente y de izquierdas es lo que satán quiere también.
Pero existe otra varilla del abanico, que es considerarse aprendiz de cristiano, seguidor de Jesús de Nazaret, no de la Jerarquía Católica, sino del Cristo, del Enviado, del Ungido, pero para muchos sectores del catolicismo dogmático, estas personas son comunistas.
Con pena observo, que no hemos aprendido nada, porque somos esclavos de nuestros egoístas intereses personales.
Muchos matan por poder, otros matan por dinero, pero los más terribles asesinos, son los que matan por su ideología.